HISTORIA DE SORBAS







NUESTROS ORÍGENES









El término de "Sorbas" procede del árabe y según estudiosos de la toponimia geográfica e incluso a través de un texto del siglo XI, se puede afirmar que significa "olla de arena", posiblemente relacionado con las neolíticas vasijas de arcilla refractaria que ya en esta época se construían en la zona y cuya tradición todavía se conserva. El barrio de Las Alfarerías es un claro ejemplo de la histórica artesanía sorbeña, y todavía se pueden contemplar restos de emblemáticos hornos árabes.
Por su situación, y como punto estratégico entre el Campo de Tabernas y el Valle de Vera y Almanzora, así como por ser la confluencia de paso entre las estribaciones de la Sierra de Filabres al Norte, la Sierra Alhamilla al Suroeste, y la Sierra de Cabrera al Sureste, hacen que en la antigüedad todo tipo de culturas hayan elegido estas tierras como zona de paso, tanto para sus migraciones, como para sus intercambios materiales y culturales. Han sido descubiertos varios asentamientos en el municipio datados posiblemente en el año 2000 A. de C. entre ellas una sepultura con esqueleto y varios objetos a la que los lugareños llaman batimoras por “creer que son obra de los moros”.
El primer asentamiento importante que se conoce fue el pueblo ibérico, que establecía relaciones comerciales con los fenicios moradores también de la zona. Cuenta la leyenda que uno de los cuadrantes del actual escudo de Sorbas, formado por cinco rayas rojas, procede de la señal que con su mano ensangrentada, el jefe ibero herido de muerte por el jefe fenicio dejó en el escudo de éste, manifestando a los suyos: «éste será vuestra enseña». Posteriormente los romanos añadieron al escudo una corona con cinco torres.Al ser reconquistada la plaza por la Reina Católica, se completaron finalmente los otros tres cuadrantes restantes: el castillo, el león y el águila bicéfala, amén de la granada.
Mención especial supone la árabe, debido en gran parte, al tiempo que permaneció en el municipio (aproximádamente desde el año 734, hasta el año 1488) y, cuyo legado cultural, ha quedado patente, tanto en el trazado de algunas de sus calles, como en la forma de producción agrícola (sistemas de regadíos, bancales, acequias...) y en la artesanal, como se puede observar en la fabricación de cerámica.
En el año 1089, Sorbas (Surba) es citada por Abd Aallah como castillo de sisputa entre Al-Mutamid y Al-Mutarin de Almería.
A mediados de junio de 1488, Sorbas se entrega a los Reyes Católicos, como harían por esas mismas fechas otros pueblos colindantes de la provincia. No se trata de una conquista bélica o de una victoria incondicional con cerco, pese a su apariencia, sino de una negociación pactada, o sea, de una capitulación. Los moriscos son sacados de su tierra y dispersados, unos van a Castilla, otros salen hacia el norte de África. Algunos quedaron huidos en la sierra, infundiendo gran temor por los asaltos y robos que protagonizaban (caso del Joraique, moro expulsado, cuyo nombre ha perdurado en el tiempo) y que intentaron paliar por medio de recompensas por sus capturas. Como consecuencia de ello, se estableció en Sorbas un importante mercado de esclavos.
Todas estas tierras que habían sido destruidas, y saqueadas tras la rebelión de los moriscos y la guerra posterior quieren repoblarse y aunque en el 1572 no se había comenzado aún, en Junio de 1573 actúa como juez de apeo y población Antón de Pareja que trae como escribano a Luis Ramírez, de aquella época podemos leer. “... en Sorbas al norte de Almería, un tercio de las trescientas casas son habitables, los once molinos estan destruidos, estan caydos e sin adereços, que solamente el del camino del Coca Alto muele para la provincia del lugar ... y las dos almazaras estan inutilizables...”.
Según el libro de «apeos» de Sorbas, la repoblación se llevó a cabo con 50 vecinos que expresamente no pertenecieron al reino de Granada. Los lugares de procedencia fueron muy variados: Jaén, Linares, Toledo, Cazorla, etc., y a todos se les proporcionó vivienda y tierras a cambio del pago de los correspondientes aranceles que por disposición real estaban fijados.
Sin embargo la repoblación no fue tarea fácil, así en julio de 1576 Tello encuentra que los pobladores han quedado reducidos a 35 y tiene 105 familias. El 22 de noviembre de 1577 el Juez Antón de Pareja y su escribano Luis Ramírez completan la población que había quedado reducida a once pobladores. Los pobladores solamente residen uno o dos años y se van por el peligro que hay de moros, que se han llevado cautivos algunos cuando trabajaban su hacienda.





"Río Aguas en Sorbas"



Casi dos siglos después, El Censo de Ensenada de 1752 nos revela que Sorbas era del señorío del duque de Alba y pertenecía al partido de Almería. El eje EO de su término medía tres leguas, el NS cinco y el perímetro trece. Lindaba con los términos de Tahal, Vera y Níjar. Tenía 444 vecinos, que eran 1825 habitantes.
Durante el siglo XX, el término municipal de Sorbas ha sido un lugar de emisión de población, perdiendo a sus habitantes de una forma paulatina, pudiendo señalar especialmente dos décadas, la comprendida entre 1920 y 1930 en que el municipio pierde 1751 debido a la guerra de Marruecos y la emigración a América y Argelia, y la comprendida entre 1960 y 1970 marcada fundamentalmente por la emigración a Europa y en la cual se da una pérdida de 1134 almas. Así podemos constatar a través de los censos, como en 1900 el municipio tenía 7433 y en 1996 sólo había 2870.

Marqués del Carpio

Los Reyes Católicos dan las villas de Sorbas e Lebrilla (Lubrín) al condestable D. Pedro Fernández de Velasco. En el 1513 don Diego López de Haro, señor de Busto (Asturias) y de la Revilla (Santander), cambió estos lugares al condestable por Sorbas y Lubrín.
Este D. Diego casó con doña Beatriz de Sotomayor, señora del Carpio. Su hijo tomó el nombre de Luis Méndez de Haro y su nieto, el de Diego López de Haro, nombres y apellidos que se fueron alternando en la familia.
Es para éste último, (Don Diego López de Haro y Sotomayor, Portocarrero y Cárdenas, señor de Lubrín y Sorbas) para quien, el 20 de enero de 1559, Felipe II crea el título de Marqués del Carpio. Dicho marqués, recordando quizá que el obispo de Cartagena, en el 1309, conquistó el castillo de Lubrín, al que cambió el nombre por el de “castillo de San Pedro”, se tituló así mismo “señor de las villas de Sorbas y de Lubrín de San Pedro”. A este título se le condedió grandeza de España en el 1640.
El séptimo marqués del Carpio, don Carpio de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, es valido de Felipe IV. Su hija Catalina hereda sus títulos y señoríos, pasando a ser Catalina Méndez de Haro Guzmán, VIII marquesa del Carpio, duquesa de Montoro, condesa-duquesa de Olivares. En el 1668, se casa con Francisco Álvarez de Toledo, X Duque de Alba, quedando vinculado desde entonces el señorío de Sorbas-Lubrín a esta familia.